Queremos futuro. Rafael Cervera
1 de abril de 2007
Ha pasado ya el primer año de aplicación del tan publicitado Plan Millorar que la Conselleria de Agricultura, Pesca y Alimentación y en particular, su máximo responsable, puso en su día como la respuesta a todos los males que el sector agrario en la Comunidad Valenciana padece. Nada más lejos de la realidad.
El pasado viernes, la UPA-PV junto a la Unió y un buen número de citricultores manifestamos la necesidad de poder disfrutar de instrumentos legales que nos permitan, sino remontar el vuelo, al menos salvar en el medio plazo uno de los subsectores con mayor proyección en la agricultura valenciana y que no lo olvidemos ha sido una de las señas de identidad de esta comunidad autónoma.
Un subsector que tiene detectadas importantes grietas en los cimientos, desde hace ya tres años y que de continuar de esta manera durante un par de campañas más, amenaza con llevar al abandono y a la ruina a una parte importante de los pequeños y medianos citricultores de la Comunidad Valenciana.
Los instrumentos legales que demandamos, por enésima vez, son herramientas para recuperar renta, simplemente exigimos que se dé valor a nuestro trabajo, a nuestro producto que adorna establecimientos comerciales, vallas publicitarias y que da beneficios a todos los miembros de la cadena menos al productor.
Entre estas demandas, que hicimos llegar por escrito a la conselleria, destacan algunas que ya podemos considerar históricas para el campo valenciano: constituir un contrato homologado tipo más IVA para todas las transacciones que se realizan en los campos, poner en marcha un seguro de las explotaciones y de las rentas que permita mantener vivo el campo y su forma de vida, legislar ante los márgenes comerciales abusivos y hacer vinculante el observatorio de precios que tanto nos costó arrancar de la administración autonómica.
Desde la UPA-PV sabemos que las cosas se han puesto difíciles y no es precisamente porque los productores realicemos mal nuestro trabajo, sino más bien porque quienes llevan el timón y miles de millones de las antiguas pesetas no tienen entre sus prioridades la salvaguarda del pequeño y mediano agricultor. Sirva de ejemplo, las cantidades asombrosas de dinero público, de todos los valencianos y valencianas, que se están quedando en la publicidad del sabor mediterráneo, del zumo de clementina y no recuerdo de que otras maravillas de la Comunidad más próspera y moderna del universo.
Mientras hay quien desea llevar la confrontación al espacio político, ¿en cuantas ocasiones el conseller Cotino nos ha recordado el dinero que dejaremos de ingresar para desarrollo rural? Eso sí, sin tener la valentía de reconocer que esto es algo que se produce por el propio crecimiento de la economía valenciana respecto a la media de la UE.
Ahora bien, mientras se repite esta cuestión nada se dice del cierre del grifo autonómico para los ceses anticipados, para la incorporación de jóvenes al campo valenciano y, finalmente, para los planes de mejora. Tres cuestiones primordiales si deseamos que la agricultura valenciana, y en particular, la citricultura pueda tener futuro.
Porque eso es lo que planteamos frente a la conselleria, somos agricultores y queremos seguir siéndolo, no queremos tener que dejar en los árboles más de 200.000 toneladas de clementinas, y 215.000 más de naranja que en esta campaña se van a perder sin remisión ni compensación.
Cuando era bastante más joven algún iluminado llegó a decirme que los catalanes querían robarnos las naranjas, que su meta era que dejáramos de cultivarlas, pues nos tenían envidia. Hoy, la Generalitat de Catalunya pone 13 céntimos por cada kilo de cítricos que se queda en el árbol sin recoger y, sinceramente, no es que tengamos envidia, sino que entendemos que aquí nos falta algo, no sé como decirlo, tal vez la cuestión sea que el campo valenciano necesita de una nueva sensibilidad para enfrentarnos a los temas realmente importantes que afectan a la inmensa mayoría de los productores.
Firmado: Rafael Cervera Calduch, secretario general de la UPA-PV.