La realidad del abandono del campo. Rafael Cervera
14 de enero de 2007
Cuando acabamos de iniciar 2007, la situación del sector agrícola en la Comunidad Valenciana es sumamente negativa, una verdad incontestable que puede constatarse de diversas maneras, pero que tiene su explicación más evidente al hacer balance de los tremendos descensos de la renta que se percibe por trabajar la tierra.
En los últimos tres años, los agricultores valencianos han visto reducidos sus ingresos nada menos que entre un 35 y un 45%, lo que trasladado a cualquier negocio de cualquier sector económico supone la quiebra y el cierre inmediato sin solución de continuidad.
Así podemos entender que el Instituto Nacional de Estadística haya contabilizado, desde 2003 hasta 2005, un descenso en el número de explotaciones agrícolas valencianas del 6,5%. Abandonos y salidas del mercado, estadísticas que se multiplan y que, si nadie le pone remedio, pueden convertir el antaño próspero sector agrícola de la Comunidad Valenciana en una actividad fuera de la economía, que realizaran personas que no tienen nada mejor que hacer los fines de semana.
Esta crisis nos afecta a todos por igual desde hace ya más de tres años, pero las grandes explotaciones tienen mayores facilidades para capear el temporal, por el contrario, quienes lo tienen más difícil son las explotaciones medianas y pequeñas, explotaciones que representan una forma de vida y que mantienen en activo a miles de personas de las zonas de interior de la Comunidad.
Aunque nadie lo quiere admitir públicamente, la enfermedad está diagnóstica desde hace mucho tiempo, pero la constante inacción ha hecho que lo que hace décadas era una amenaza hoy sea una realidad. Esta crisis amenaza con sacar del mercado a miles de agricultores, un abandono que en la próxima década puede alcanzar a más del 30% de los productores en los próximos años.
El mejor ejemplo de lo que estoy diciendo se encuentra en el sector citrícola, un sector puntero, con calidad, imagen, marca y todas esas cuestiones que se suponen aseguran ganancias, pero que año tras año demuestra ser una trampa para las inversiones que los agricultores realizamos en nuestros campos.
Y todo ello, porque desde hace ya tres años, las naranjas y las mandarinas no tienen precio, la mano invisible del mercado se ha vuelto inservible. Me refiero en el campo, porque en las superficies comerciales se pagan a casi un euro el kilo. La injusticia con la que se nos trata desde los agentes comercializadores es espeluznante, y aún se nos recrimina que realicemos actos de protesta.
Para la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos, los únicos perjudicados ante la crisis que asola al sector citrícola son los agricultores. Una crisis que, como he dicho se debe a la inexistencia de precios. Pero si malo para el agricultor es vender a precios que no cubren los propios gastos de producción, peor es dejar el producto sin recolectar.
En este sentido, según las últimas visitas realizadas a distintas comarcas de la Comunidad podemos afirmar que en esta campaña se van a quedar sin recoger más de 300.000 toneladas de clementinas, un 24% del total, con la importancia que tiene este producto para el conjunto de exportaciones de la agricultura valenciana. ¿No será este el primer peldaño para la desaparición del sector?
Ante este panorama desolador, seguiremos exigiendo a las administraciones competentes que tomen medidas para proteger al agricultor y que ayuden a la vuelta a la normalidad y al reequilibrio en la formación de precios entre la producción y el comercio. Desde la UPA-PV hemos propuesto a la Conselleria de Agricultura medidas que van en la línea de aumentar la legislación para que el productor no quede desamparado ante el insensible mercado. En este sentido, insistimos en la necesaria incorporación de un contrato homologado de compra venta, la creación de una Ley que controle los márgenes comerciales y de trazabilidad de precios, así como la implantación de un seguro de explotación para el agricultor, lo contrario es el acabose.
Firmado: Rafael Cervera Calduch, secretario general de la UPA-PV.