Rocío Barbeito Lojo, portavoz de Aposta Jove
El informe de la Seguridad Social sobre los becarios en España en 2024 ha revelado una realidad preocupante: casi un millón de jóvenes realizaron prácticas no remuneradas el año pasado. Esta cifra expone la precariedad y la invisibilización de un colectivo que, durante años, ha sido explotado sin apenas derechos laborales. Sin embargo, lo más relevante de este informe es el avance que ha supuesto la inclusión de los becarios en el sistema de cotización a la Seguridad Social. Aunque este paso es importante, no es más que un pequeño avance en un camino largo y lleno de obstáculos, que requiere la intervención activa de las personas jóvenes y sus organizaciones para conseguir un sistema de prácticas verdaderamente justo y equitativo.
Durante décadas, las personas becarias han sido una pieza olvidada en el mundo laboral. No existía ni un registro oficial que permitiera conocer el número exacto de estudiantes realizando prácticas, ni mucho menos el reconocimiento de sus derechos. El sistema, como se ha demostrado, estaba configurado para excluirlos de las estadísticas de empleo y, en muchos casos, de la protección básica. Con la nueva legislación, que permite la cotización, se da un primer paso importante, pero que aún deja mucho por hacer. La cotización, si bien es un avance, no soluciona todos los problemas: la falta de protección por desempleo o incapacidad temporal, por ejemplo, sigue siendo una realidad.
Es imprescindible reconocer que sin la presión de los sindicatos, especialmente las organizaciones juveniles, y de los colectivos, este debate nunca habría llegado tan lejos. Hemos sido las personas jóvenes, sobre todo las organizadas bajo sindicatos, quienes hemos levantado la voz y nos hemos organizado para exigir cambios reales.
El hecho de que más del 80% de los becarios no reciban ninguna remuneración pone de manifiesto la situación de abuso que prevalece en muchas prácticas. A las personas jóvenes se les pide que trabajen sin cobrar, que paguen de su bolsillo por formarse y por adquirir experiencia laboral. Este modelo no solo es injusto, sino que perpetúa la desigualdad social, ya que solo aquellos con recursos suficientes pueden permitirse realizar prácticas no remuneradas.
El futuro del Estatuto del Becario, que aún está pendiente de aprobación, es fundamental para conseguir una regulación que proteja los derechos de los becarios y becarias. Las organizaciones juveniles, como RUGE y Aposta Jove, seguiremos luchando por un sistema de prácticas que no sea una fuente de explotación. Estamos convencidos de que, a medida que más jóvenes se organicen y se sumen al movimiento sindical, los cambios serán posibles. Necesitamos más jóvenes en los sindicatos, más participación en los espacios de decisión y más influencia en la creación de políticas que nos afecten directamente.
En este proceso, nuestra voz es imprescindible. Somos quienes vivimos en primera persona las condiciones precarias del sistema de prácticas, y quienes debemos ser escuchados para que el cambio sea real. La cotización es solo el primer paso, pero es una señal de que estamos en el camino correcto. Sin embargo, para que los becarios sean verdaderamente protegidos, debemos seguir luchando por un Estatuto del Becario que garantice derechos laborales básicos, condiciones dignas y, sobre todo, el respeto a nuestra valía como trabajadores.
Es hora de que se nos escuche, de que se reconozca nuestra lucha y de que se nos valore como una parte fundamental del futuro del país. Solo así conseguiremos un sistema de prácticas que sea realmente justo para todos.