8 de junio de 2006
 
Image La subida de los tipos de interés en un cuarto de punto, aprobada hoy por el Banco Central Europeo (BCE), es una mala noticia para Europa y menos mala para España. Es una mala noticia para Europa porque puede dificultar la reactivación del crecimiento económico. Menos mala para España porque, aunque puede ayudar algo a moderar nuestra inflación (la más elevada de la UE),empeorará nuestras exportaciones, y con ello las expectativas de rebaja de nuestro déficit comercial, y el endeudamiento de los hogares y las empresas.
Nuestro déficit comercial es elmás elevado del mundo, en términos relativos; el endeudamiento de los hogares alcanza unnivel históricamente elevado superior al 110% de su renta bruta disponible; y el aumentode los tipos elevará los costes financieros de las empresas poniendo aún más en evidencia lafalta de competitividad de muchas de ellas. UGT insiste en el necesario cambio de nuestromodelo de crecimiento, de tal forma que se refuerce la industria y las actividades de mayor valor añadido, y se produzca un incremento equilibrado de todas las rentas.
 
Sólo así lograremos mantener un nivel de inversión y consumo elevados sin necesidad de endeudarnos. El Banco Central Europeo ha decidido hoy el tercer aumento consecutivo en los últimos siete meses delos tipos de interés de referencia de la zona euro, de nuevo un cuarto de punto, que lo sitúa en el 2,75%. Se trata de una decisión esperada, que se inscribe en una estrategia a medio plazo del Banco, que pretende resituar el precio del dinero en niveles alejados de los mínimos de los últimos años, seguramente por encima del 3% en este año.El argumento utilizado es la prevención ante las tensiones inflacionistas en la eurozona, en especial tras elreciente encarecimiento del petróleo, que parece además que aún no ha tocado techo.

Los cierto es que la inflación de la zona euro se sitúa en la actualidad en el 2,4%, y desde hace cinco años no supera el 2,6%. En circunstancias muy desfavorables, por tanto, no se encuentra muy lejos del objetivode estabilidad establecido del 2%; objetivo que, además, está definido en términos de tendencia a medioplazo, y no de su cumplimiento puntual en una fecha determinada.

Paralelamente, la economía del área se encuentra anquilosada, y en especial la de sus países centrales. Hace cinco años que la actividad de la eurozona crece por debajo del 2%, un ritmo insuficiente para crearempleo y elevar la riqueza de los ciudadanos. Alemania, Francia e Italia no terminan de confirmar unasexpectativas de despegue que nunca llegan, y crecen en la actualidad sólo al 1,5%. Y si estas economías no crecen, el resto de los países miembros ve sus capacidades mermadas de forma decisiva.

A esto hay que añadir que el objetivo de control presupuestario establecido en la Unión Monetaria tampoco permite impulsos extraordinarios por esta vía. En esta situación, las subidas de tipos suponen reforzar los frenos cuando la maquinaria de la economía europea aún apenas ha acelerado.Por lo que se refiere a la incidencia sobre nuestro país, el aumento de tipos tiene efectos contrapuestos.Por un lado, unos tipos más altos pueden suavizar algo la fortaleza actual de la demanda interna, lo que a su vez moderaría tensiones puntuales sobre los precios de algunos mercados. En todo caso, nuestraelevada inflación posee causas estructurales, que se derivan del mal funcionamiento de los sistemas deformación de precios en mercados con escasa competencia, especialmente en el sector servicios. Por ello, mayores tipos pueden mejorar las condiciones del entorno, pero no las causas últimas de nuestrodiferencial de inflación, que tienen también mucho que ver con la ausencia de cultura antiinflacionista delempresariado y la falta de colaboración de muchas Administraciones Públicas.

Los aspectos negativos son varios. Por una parte, en la medida en que lastra la reactivación de las principales economías de la zona euro, reduce también nuestro potencial exportador, puesto que son éstoslos principales compradores de nuestros productos. Este no es un efecto menor, puesto que el déficitcomercial español es el más elevado del mundo en términos relativos, y uno de los principales desequilibrios de nuestra economía.Por otro lado, el aumento de los tipos complica más la situación de endeudamiento de los hogares yempresas, en especial de los primeros, que alcanza un nivel históricamente elevado superior al 110% de su renta bruta disponible. Sobre la base de un endeudamiento prudente y basado en la capacidadfinanciera real de las familias, el aumento de los tipos no debería tener graves repercusiones sobre elconjunto de los hogares, aunque indudablemente sí afectará de forma importante a algunos de ellos.

En este sentido, el proceso resulta una prueba para la fiabilidad del sector financiero, primer responsable de que el endeudamiento de los ciudadanos se rija por criterios razonables a medio y largo plazo. Ytambién para el sector público, que debe establecer los cauces para que un cambio en las condiciones delendeudamiento como el actual no suponga la quiebra de las condiciones de vida de familias y empresas.
 
Por último, el aumento de los tipos elevará los costes financieros de las empresas, poniendo aún más en evidencia la falta de competitividad existente en buena parte de nuestro tejido productivo. En todo caso,las empresas de nuestro país llevan una década de crecimiento sostenido, aprovechando una fuertedemanda y unos bajos costes, tanto financieros como laborales, y acumulando rentabilidades anuales muy elevadas en el entorno del 8%, lo que les ha permitido sanear sus estructuras para afrontar situaciones más omplicadas como las actuales.En definitiva, el aumento de tipos resulta mala para Europa y menos mala para España. La probadaortodoxia del BCE, la rigidez de sus planteamientos monetaristas, hace mucho tiempo que parece quereradaptar la realidad a sus políticas, cuando lo sensato es lo contrario. La reactivación económica debe ser el objetivo esencial de la política económica europea, a la que debe colaborar la política monetariadirigida autónomamente por el BCE, tal y como ha manifestado la Confederación Europea de Sindicatos(CES).
 
Es cierto que el endurecimiento de las condiciones monetarias favorece algo a nuestro país, que posee la inflación más elevada de la zona euro y niveles de crecimiento superiores al 3%, pero empeora nuestrasposibilidades exportadoras (y con ello, las expectativas de rebaja del déficit comercial) y presiona sobre elendeudamiento de las familias, ya en niveles excesivamente elevados.

En último término, refuerza la necesidad de cambiar nuestro modelo de crecimiento, fortaleciendo las ramas industriales y poniendo especial énfasis en las actividades de mayor valor añadido, y de generar uncrecimiento equilibrado de todas las rentas para que el mantenimiento de un nivel de inversión y consumoelevados no dependa del recurso al endeudamiento.