5 de octubre de 2006

La subida de tipos, una dura prueba para la economía familiarLa subida de tipos, aprobada hoy por el Banco Central Europeo, tiene dos caras. Por una parte, puede contribuir a moderar la inflación, al desincentivar el consumo, pero por otro, endeudará más a las familias. El euribor lleva once meses de aumentos continuados. Más de la mitad de los hogares españoles tienen algún grado de dificultad para llegar a fin de mes y el 60% de ellos no pueden dedicar dinero al ahorro o dedican muy poco.

Para paliar esto, es preciso una política antiinflacionista más decidida, con el compromiso de todas las Administraciones y empresas en el control de precios; que los trabajadores logren ganancias de poder adquisitivo, rebajando así su dependencia del endeudamiento; una política de vivienda eficaz que reduzca sus precios; y la consolidación del cambio de nuestro modelo productivo, para mejorar la competitividad y productividad de nuestra economía.

El Banco Central Europeo ha decidido hoy elevar de nuevo los tipos de interés de referencia de la zona euro en un cuarto de punto, situándolos en el 3,25%. Se trata del quinto aumento consecutivo desde el 1 de diciembre de 2005, cuando se situaba en el 2%, y es una decisión esperada, que se inscribe en la estrategia a medio plazo iniciada entonces por el Banco emisor para intentar controlar posibles tensiones inflacionistas en la eurozona. Con ello, el precio del dinero alcanza el nivel más elevado desde noviembre de 2002.

La decisión se toma precisamente en el momento en que se sabe que la inflación de la zona euro en septiembre descendió hasta el 1,8%, por debajo incluso del objetivo de estabilidad fijado en el 2%, y cuando el precio del petróleo se encuentra en una senda descendente, alcanzando el nivel más bajo en siete meses.

Por lo que se refiere a la actividad del área, es cierto que, por fin, parece estar despegando de forma consistente: lleva cinco trimestres seguidos acelerando su ritmo de crecimiento, que alcanza el 2,6%, una tasa desconocida desde hace seis años. Sin embargo, sigue siendo un ritmo insuficiente para crear empleo, y no está exento de riesgos e incertidumbres.

En esta situación, y desde la óptica europea, las subidas de tipos dificultan la reactivación definitiva de su economía, y en especial la de sus países centrales (Alemania y Francia), que crecen en el entorno del 2,5%, apenas crean empleo, y mantienen inflaciones inferiores al 2%.

Por lo que se refiere a la incidencia sobre nuestro país, el aumento de tipos tiene efectos contrapuestos. Como efecto favorable, unos tipos más altos pueden suavizar algo la fortaleza actual de la demanda interna, lo que a su vez moderaría tensiones puntuales sobre los precios de algunos mercados.

Sin embargo, los aspectos negativos son preocupantes. Por un lado, y en la medida en que el aumento de tipos frene el consumo de las principales economías de la zona euro, influirá negativamente sobre nuestras exportaciones, puesto que son éstos los principales compradores de nuestros productos.

Además, si bien el enfriamiento moderado de la demanda interna puede resultar beneficioso, existe el riesgo de que sea excesivo, si el aumento del coste de la financiación afecta de forma importante y simultánea al consumo de las familias y a las decisiones de inversión empresarial. Y nuestro país necesita seguir creciendo más que Europa y creando más empleo para seguir convergiendo en términos reales.

Precisamente, el efecto negativo más importante es que el aumento de los tipos complica aún más la situación de endeudamiento de los hogares y empresas, en especial de los primeros, que sigue creciendo y alcanza ya un nivel históricamente elevado del 115% de su renta bruta disponible. La Comisión Europea ha alertado recientemente del riesgo que supone esta situación en nuestro país, en el contexto actual de endurecimiento de la política monetaria del Banco Central Europeo y altos precios de la vivienda, que supone la fuente principal del endeudamiento de las familias.

En la situación actual, el incremento de los tipos no debería tener graves repercusiones sobre el conjunto de los hogares, pero no cabe duda de que sí afectará de forma importante a muchas familias.

Hay que tener en cuenta que el euribor, el tipo de referencia más utilizado en el mercado hipotecario, lleva once meses de aumentos continuados, pasando del 2,220% en septiembre de 2005 al 3,615% actual (dato del mes de agosto). La traslación de estas subidas por las entidades financieras a los tipos pagados efectivamente por los compradores ha supuesto que en el último año una familia que posea una hipoteca de, por ejemplo, 150.000 euros a 20 años, ha visto cómo tiene que pagar 90 euros más al mes, es decir, 1.080 euros más al año.

No hay que olvidar que, según la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares, elaborada por el INE, más de la mitad de los hogares españoles tienen algún grado de dificultad para llegar a fin de mes, y el 60% no pueden dedicar dinero al ahorro o dedican muy poco. Y estos datos se refieren al cuarto trimestre del pasado año, cuando todavía el precio del dinero no había iniciado su senda alcista y se encontraba en su nivel mínimo del 2%.

En este sentido, el endurecimiento de la política monetaria resulta una prueba de fuego para  comprobar la fiabilidad del sector financiero, primer responsable de que el endeudamiento de los ciudadanos se rija por criterios razonables a medio y largo plazo. Y también para el sector público, que debe establecer los cauces para que un cambio en las condiciones del endeudamiento como el actual no suponga la quiebra de las condiciones de vida de familias y empresas.

En resumen, la subida de tipos favorece en cierta medida a nuestro país, que posee la inflación más elevada de la zona euro y niveles de crecimiento aún superiores al 3%, pero añade riesgos a la evolución futura y presiona sobre el endeudamiento de las familias, ya en niveles excesivamente elevados.

Para paliar los efectos negativos que tendrá un escenario con el precio del dinero más caro, es preciso:

• una política antiinflacionista más decidida, con mayor implicación de todas las Administraciones Públicas, y que incida de forma más incisiva sobre las actividades que actúan de espaldas a la competencia;
• una política salarial en la que los trabajadores logren ganancias de poder adquisitivo, para
garantizar un adecuado nivel de consumo y ahorro de las familias rebajando su dependencia del endeudamiento.
• una política de vivienda eficaz, que consiga facilitar el acceso de los ciudadanos a la misma,
reduciendo sus precios;
• la consolidación del cambio de nuestro modelo productivo, impulsando el conocimiento y la
tecnología para mejorar la productividad y competitividad de nuestra economía.